"La educación está secuestrada de nuevo" - Roberto Moreno Godoy

El miércoles por la noche salí un momento al supermercado ya tarde. En las afueras estaba una señora que habitualmente vende tamales, paches y chuchitos. Se encontraba acompañada de sus dos hijos Alex y Manuel, de aproximadamente 10 y 12 años. Pronto nos enfrascamos en una conversación. Le pregunté a los patojos si ya habían hecho los deberes. Alex me volvió a ver con asombro, como diciéndome “cómo se le ocurre hacer semejante pregunta”, como que yo no estuviera al tanto de lo que estaba pasando. Efectivamente, no había caído en la cuenta. Pronto intervino su mamá y me hizo ver que hace días la escuela se encuentra cerrada. Las labores están suspendidas, debido al paro convocado por el magisterio. Ella sabe que el asunto algo tiene que ver con los salarios de los maestros, pero lo que le angustia es qué va a pasar con sus hijos. Siguió manifestando cómo esta situación trastoca la rutina familiar y, sobre todo, lo que podría incidir en la preparación y futuro de sus dos pequeños. Que sus hijos vayan a la escuela significa mucho. Representa que tengan un mejor futuro. Que accedan a mejores oportunidades. Que tengan una mejor preparación para hacer frente a los desafíos. Sin embargo, todo ello no sucederá con la escuela cerrada. Por mucho que yo me esfuerce, subrayó, no saldrán adelante si no estudian. Ayer, conversando en casa sobre este encuentro, me comentaron el caso de Ángel, otro pequeño de la Aldea Melchor, en Moyuta, que sufre una situación idéntica. Hace varios días que la escuela está cerrada hasta nuevo aviso. Parece ser que tanto escuelas urbanas como rurales enfrentan el mismo problema.

Direcciones Departamentales de Educación tomadas, una buena parte de las escuelas cerradas y el sistema educativo en su conjunto funcionando irregularmente, todos secuestrados y congelados, mientras los líderes magisteriales y las autoridades terminan de negociar un pacto colectivo que ha sido objeto de varios cuestionamientos. No solo no se dispone de los recursos para enfrentarlo, sino que no es claro que el mismo vendrá acompañado de un compromiso firme con la mejoría de la calidad de la educación. Ha habido mucha discusión en los meses pasados sobre la urgente necesidad de revisar integralmente estos aspectos, de forma tal que los méritos, la preparación y el buen desempeño de los maestros sean debidamente contemplados al mejorar las condiciones salariales de los educadores. Los incentivos deben estar alineados a las estrategias de ampliación de cobertura y de fortalecimiento de la calidad y pertinencia de la educación. De no ser así, solamente terminaremos invirtiendo valiosos recursos, pero sin lograr que las escuelas se conviertan en genuinas impulsoras del desarrollo. La suspensión de labores constituye una clara medida de presión al gobierno. Sin embargo, al margen del derecho que asiste a los maestros de buscar mejores condiciones laborales, este tipo de acciones atenta contra lo más importante, el bienestar de los niños y jóvenes. Por ello, no son admisibles. Necesitamos que todos los sectores de la sociedad apuesten a la educación y a maestros comprometidos y responsables como la vía más efectiva para construir un mejor país. Esto no sucederá mientras no se antepongan los derechos de los menores a cualquier otro. Urge un diálogo nacional en el que todos los sectores nos unamos para definir qué esperamos del sistema educativo y qué respaldos le daremos para cumplir su cometido. Sin dudas, los docentes serán una parte importante de dicha visión, pues a todos nos interesa que su labor dé buenos frutos. Mientras tanto, debemos exigir que las escuelas permanezcan abiertas y que los educadores cumplan con su responsabilidad.

https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/04/27/alex-angel-y-manuel/

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