Sabemos de la importancia social de la educación. El sistema educativo aporta a los niños conocimientos, habilidades, actitudes y valores necesarios para su desarrollo integral; pero la función educativa más potente radica en la labor diaria de los padres y madres, es por ello que generar un vínculo estrecho entre la familia y la escuela es una prioridad.
Cuando los padres de familia se involucran en la educación de sus hijos, ellos obtienen mejores calificaciones, asisten a la escuela con mayor regularidad, cumplen más con sus tareas, demuestran mejor actitud y comportamiento y se gradúan con mayor frecuencia de la escuela secundaria que aquellos estudiantes con padres menos involucrados.
Las escuelas que más han logrado involucrar a los padres en el aprendizaje de sus hijos, van más allá de la participación tradicional – formar parte de las organizaciones de padres, firmar reportes, asistir a reuniones - y tienen un concepto más amplio que incorpora a los padres como responsables en la educación de sus hijos. Estas escuelas incorporan elementos tales como: un canal de comunicación recíproco entre maestros y padres, voluntariado para organizar actividades, dar apoyo para el aprendizaje en casa, permitir la participación en la toma de decisiones referentes a la gestión escolar, identificar recursos que apoyen a los estudiantes, la escuela y la comunidad, entre otros.
Es por esta razón una meta importante para las escuelas aumentar la participación de los padres de familia en la educación de los hijos. Estamos en un momento donde para seguir avanzando, la escuela debe ser el nodo central, el centro movilizador de las comunidades, de la sociedad, del mundo y crear una oportunidad para alcanzar el éxito.
Artículo publicado en Revista Ciudadano, mes de marzo 2015
Fuente: Artículo escrito por María José Matheu, Coordinadora de Proyectos de Empresarios por la Educación para Revista Ciudadano. Publicación del mes de marzo 2015
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