La educación es la llave para el éxito en la vida, y los maestros tienen un impacto duradero en la vida de sus estudiantes.
Solomon Ortiz.
Luego de la tragedia del Volcán de Fuego hace dos semanas, las historias de dolor y las anécdotas de búsquedas y encuentros han ido surgiendo. Los medios nos han contado cómo algunas de las personas que habitaban el área lograron salir, luego de las amenazas del volcán, con retumbos nunca antes escuchados.
Cómo las familias y amigos fueron encontrándose en los albergues municipales, de la iglesia, he incluso en casas particulares cuyos dueños han dado posada a quienes perdieron su vivienda. También conocemos ahora el dolor de quienes quedaron solos porque perdieron a su familia, sus vecinos y amigos
Muchas de estas historias nos impactaron al escucharlas y quizás hasta han dejado una huella que permanecerá con nosotros para hacernos mejores personas.
Hay una especial que en estos días podrá marcar la vida de muchos jóvenes que se inician en una profesión. Las pantallas de televisión nos mostraron el dolor y desesperación que vivió la maestra Nely Mayé n quien radica en San Juan Alotenango Sacatepéquez y laboraba en la Escuela Oficial Rural Mixta San Miguel Los Lotes, en El Rodeo, Escuintla, lugar de la tragedia, y en donde vivían sus trece estudiantes de prekinder, todos de apenas 4 años.
Una maestra verdaderamente comprometida con su apostolado, que inicia el año con la búsqueda y recolección de casa en casa de sus pollitas y princesas como dio en llamar a sus estudiantes, ganándose la confianza de los padres y de los chiquitos, más que por las galletas que lograba regalarles para ayudar a paliar su hambre por su amor, comprensión y entrega que paliaban su necesidad de conocer el mundo.
Un recorrido que volvería a realizar pasada la tragedia, buscándolas nuevamente, pero ahora llamándolas por su nombre y apellido ya no en sus casas sino en los albergues, y hospitales.
Más recientemente, con una enorme confusión de sentimientos en su alma, contó ante las cámaras, que logró localizar en diversos albergues a diez de sus pequeñas alumnas y lamentó entre lágrimas el fallecimiento de tres de las chiquitas.
Una maestra que brinda atención a los niños que van a la escuela “a jugar” y aprender sociabilidad, normas, principios y se inician en el desarrollo de su vida, una maestra con menos de veinte años de docencia, pero con un corazón que desborda amor y entrega por sus alumnos, una verdadera maestra cien puntos. A quien el Ministerio de Educación debe reconocer su entrega.
Muy a diferencia de esos “maestros chafas” que recientemente bloquearon calles y pasaron “una noche de copas” como dice la canción, muy alegres en el parque, para solicitar aumento salarial, no refacción escolar, porque esa ahora ya llega, no útiles escolares porque la valija didáctica, no falta, no capacitaciones porque esas no les interesan. Dejando a sus alumnos a la deriva, por lo que ahora el Ministerio de Educación suspendió las vacaciones de medio año tratando de recuperar los apenas 180 días de clases que deben oficialmente recibir los escolares.
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