Las historias de jóvenes guatemaltecos plasmadas en el documento ¡Vamos, muchá!, que ha presentado Fundación Telefónica son emotivas y a la vez motivantes, ya que muestran cómo la oportunidad de continuar su educación les está cambiando la vida.
Los jóvenes que han sido beneficiarios de una beca de estudios se sienten agradecidos porque esta les ha permitido continuar estudiando en el ciclo básico de la secundaria.
Muchos jóvenes desertan del sistema cuando concluyen la primaria, otros inician el primer curso de la secundaria, pero ante las dificultades que enfrentan terminan por abandonar la escuela.
Es este uno de los principales desafíos que tiene el sistema educativo; por un lado aumentar la cobertura para que todos aquellos jóvenes que no han tenido oportunidad de concluir su educación lo hagan y retener a quienes están en el sistema, pero en riesgo de abandonar los estudios debido a presiones económicas o los mismos problemas de calidad que se encuentran en los centros educativos.
Una de las razones para abandonar la escuela que han dado muchos jóvenes es que estudiar les parece aburrido. Esto significa que el sistema educativo no está respondiendo a las necesidades de formación integral de la juventud.
Hoy día, en que hay tanta información a nivel global, disponible en los medios de comunicación y en la Internet, así como en las redes sociales, el conocimiento está más disperso que nunca.
El desafío para los docentes y las escuelas es cómo hacemos para enganchar a los jóvenes para que se entusiasmen por aprender y se esfuercen por alcanzar sus metas.
La mayoría de las historias de estos jóvenes, tanto varones como mujeres transcurren en el área rural, donde los niños y jóvenes enfrentan muchas situaciones que pueden llevarlos a dejar de estudiar. Muchos comentan que parte de sus tareas es ayudar a sus padres en las labores diarias, agrícolas, comerciales o domésticas.
Esto lo realizan en contrajornada: por la tarde, si estudian en la mañana, o realizan sus labores de apoyo en la mañana si su jornada de estudios es verspertina, como sucede en muchas comunidades, donde el instituto de secundaria opera en las mismas instalaciones de la escuela primaria.
Entre las historias se encuentra la de Luis Aurelio, un joven de Santa Cruz Muluá, Retalhuleu, que aspira a ser maestro, es esa su gran ilusión. Se está preparando para ello, aprovechando sus espacios de tiempo para aportar conocimientos y educación a sus padres, quienes no tuvieron la oportunidad que sus hijos hoy día tienen.
Existe una anuencia de la mayoría de padres de familia para que sus hijos estudien y completen sus sueños de tener más educación y ser ciudadanos que pueden desempeñarse en una honrosa ocupación, que les permita generar ingresos para sacar adelante a su familia, presente y futura.
Norma Dalila, de Quetzaltenango, de 14 años, es la sexta de 8 hermanos. Tiene grandes esperanzas de concluir sus estudios y recibe el apoyo de sus padres para lograrlo.
Gustavo Adolfo, de Quetzaltenango, es un gran dibujante, quien aspira a estudiar algo relacionado con diseño, tecnología y photoshop.
La interrogante y que debería quitarnos el sueño a nosotros y no a ellos es cómo lograr una educación de calidad que les permita alcanzar sus aspiraciones a estos jóvenes que tienen su ilusión y su esperanza en un mejor futuro, si logran culminar su educación.
Que al final de su esfuerzo, y de sus padres, se alcance un nivel de preparación que efectivamente les permita acceder a un trabajo o continuar estudios superiores en la universidad con éxito.
Requieren innovación, modalidades flexibles, tecnología y docentes muy preparados y comprometidos con los jóvenes. ¿Qué tal si nos enfocamos en eso en lugar de una nueva ley?
Fuente: Artículo escrito por Verónica Spross de Rivera en Siglo 21, 17/02/2016
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