¡Los niños y las niñas, a la escuela!

Convocados por el interés de mejorar el futuro de niños y jóvenes, los representantes de varias organizaciones públicas y privadas firmaron un compromiso para la prevención y erradicación del trabajo infantil y el mejoramiento de la educación en Guatemala. La iniciativa impulsada por la Cámara del Agro con apoyo de la Organización Internacional para el Trabajo y diversas entidades se concibe como un proceso que tiene muchas estrategias y acciones a desarrollar.

Según indicadores de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 12.5 millones de niños trabajan en América Latina. En Guatemala se estima podrían ser cerca de 900 mil niños que laboran; muchos de ellos, en condiciones preocupantes de seguridad y salud, no siempre remunerados. Por motivos culturales, muchos niños acompañan a sus padres en las labores productivas. Esto podría ponerlos en desventaja frente a otros niños que están solamente estudiando en la escuela.

En un país culturalmente diverso, con diversos pensamientos y con las carencias económicas tan fuertes que enfrentan los hogares, esta iniciativa debe tomar esas consideraciones en cuenta. Es necesario prevenir el trabajo infantil que les impida educarse, pero no debe desvincularse el mensaje de la cultura y la realidad económica. En nuestra cultura, el trabajo dignifica; por ello, no debe impedirse que los niños aprendan sobre lo que sus padres realizan en su trabajo o contribuyan en las tareas de su hogar, pero sin que ello afecte su preparación para la vida. Hay algunos maestros que acertadamente reconocen la realidad y ayudan a que los niños permanezcan en la escuela, ya sea adaptando el horario escolar o ayudándoles con tiempo adicional si requieren apoyo para el aprendizaje.

Como un buen antecedente en nuestra historia, se puede recordar la campaña Niña educada, madre del desarrollo, que se impulsó desde hace más de 20 años. Hoy día tenemos paridad en la inscripción en la escuela. Se ha logrado que las niñas se incluyan en el proceso educativo. Para lograrlo hubo trabajo detrás, concientización de los padres sobre la importancia de que las niñas tengan una educación. Fue un proceso de cambio cultural, que se hizo en conjunto por parte de varios sectores, con una misma meta. La inclusión de las niñas se ha ido logrando. Es un buen ejemplo para fortalecer la implementación de esta iniciativa.

El compromiso firmado va acompañado de una iniciativa de ley que se elaboró tomando en cuenta el marco de acuerdos que el país ha suscrito a nivel internacional. En primera instancia, se busca enfatizar la erradicación de las peores formas del trabajo infantil como trabajo en canteras, fabricación de cohetes de pólvora y otras que no son legales. Además, eleva la edad para poder ser contratado de 14 a 16 años.

Ahora bien, además de un tema legal, el futuro de los niños y jóvenes es un tema de relevancia nacional, enfatizado por el programa del Triángulo Norte, que busca fortalecer las condiciones locales para evitar la migración. Ello va muy de la mano con el mejoramiento del sistema educativo. La educación es la herramienta que puede prevenir y contribuir a reducir el trabajo infantil, si hay oportunidades de permanecer en el sistema educativo para adquirir una buena formación y si son carreras relevantes. Por ello, es necesario aumentar la cobertura de la secundaria y concretar la reforma del ciclo diversificado, para que la preparación de los jóvenes se ajuste al potencial competitivo de su región. Los procesos de diálogo social a nivel local, especialmente en instancias municipales, serán fundamentales para poder mejorar los indicadores y resultados de la educación.

 

Foto: Empresarios por la Educación

 

Fuente: Artículo de Verónica Spross de Rivera en Siglo 21, el 04/03/2015

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