¡En sus marcas, listos, fuera! El lunes comenzaron labores millones de estudiantes en Guatemala, buscando superar este año los 180 días de clase. Esto es crítico, pues más allá de la calidad del docente y de la disponibilidad de textos escolares y otros materiales de lectura, está demostrado que el tiempo efectivo en la escuela es crucial para lograr los aprendizajes previstos. Nuestro país aún tiene enormes cuentas pendientes para garantizar que todos los niños, niñas y jóvenes tengan acceso a una educación pertinente y de calidad. Seguimos enfrentando enormes desafíos de cobertura en varios niveles educativos. De hecho, perdemos a un alto porcentaje de estudiantes. Pese a los avances, todavía no hemos llegado a universalizar la educación primaria y la atención en los otros niveles educativos es muy limitada. Las tasas netas de cobertura en los ciclos de educación preprimaria y básica no han llegado al 50 por ciento y apenas supera una quinta parte de los jóvenes en el ciclo diversificado. Sin embargo, como lo denotan las pruebas de graduandos, el desafío es aún más complejo, pues un altísimo porcentaje de quienes logran sobreponerse a los obstáculos y completar todos los niveles educativos hasta graduarse de secundaria, no alcanzan las competencias y conocimientos mínimos en matemática y lectoescritura.
Por ello, este año, que tenemos elecciones generales, es imperativo alcanzar acuerdos que permitan plantear un plan de educación de largo plazo al que puedan sumarse todas las plataformas políticas. Nuestra sociedad debe establecer un pacto a favor de la educación, invertir en ello y garantizar avances satisfactorios. El seguimiento a los indicadores educativos es una parte medular de este esfuerzo. Por ello, aplaudo la labor sostenida por el Ministerio de Educación en las últimas dos décadas para evaluar la calidad, establecer qué estrategias son más efectivas y reforzar las políticas educacionales. Uno de estos esfuerzos inició en marzo de 2015, cuando las autoridades educativas anunciaron nuestra participación en el Programa Pisa para el Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos –OCDE–, que brindaría datos de valor sobre el desempeño de nuestros jóvenes, así como aportaría datos relevantes sobre las variables asociadas con el aprendizaje. Como dije en su oportunidad, compararse con otros no es fácil y exige coraje mostrar nuestros resultados al mundo. Sin embargo, la decisión nos permitirá establecer una línea base y plantearnos una ruta para cerrar las inmensas brechas de calidad que enfrentamos.
En diciembre el Mineduc presentó los resultados de la primera aplicación de las pruebas PISA, mostrando el desempeño de una muestra de jóvenes de 15 años en las áreas de lectoescritura, matemática y alfabetización científica. Pisa D coloca los datos de cada estudiante en 6 niveles: el nivel 1 es el insuficiente, el nivel 2 es el básico y del 3 en adelante son resultados satisfactorios. El reporte ratifica lo que ya sabíamos. Solo tres de cada diez estudiantes guatemaltecos evaluados alcanzaron el nivel 2 o más en lectura. Dos de cada diez obtuvieron 2 o más en ciencias y solo uno de cada diez obtuvo nivel 2 o más en matemática. Sin duda, tenemos mucho por hacer. Además, es marcada la inequidad prevaleciente, que se refleja en una alta distribución de resultados por la situación socioeconómica de las escuelas. La información de las variables asociadas y la comparación con otros países aportarán información muy valiosa para profundizar el análisis, reorientar nuestras acciones y aprovechar mejor los recursos que destinamos a educación. Es importante resaltar que los hallazgos no fueron muy diferentes a los de las pruebas nacionales de graduandos, lo cual confirma un llamado urgente a tomar medidas para reforzar la calidad de la educación ofrecida a nuestros estudiantes.
https://elperiodico.com.gt/opinion/2019/01/11/inician-clases/
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