"COVID-19 & educación" por Roberto Moreno

"COVID-19 & educación" por Roberto Moreno

Su efecto en los aprendizajes.

La educación es un potente agente de movilidad social, que permite a las personas mejorar su calidad de vida y contribuir al desarrollo de las comunidades a las que pertenecen.  No se trata de cualquier esfuerzo. Para lograr su cometido, el proceso debe ser pertinente y de calidad.  Cada año se espera que los estudiantes aprendan nuevos contenidos y desarrollen nuevas competencias. Existen  diversos instrumentos de medición que permiten evaluar si dichos aprendizajes están ocurriendo al ritmo esperado. Cada minuto cuenta. Muchos se han interesado en estudiar las variables que impactan en la efectividad de la educación, habiendo encontrado que tiempo efectivo de clase es determinante para alcanzar los logros esperados.

En reiteradas ocasiones se ha levantado la bandera de que, en general, la calidad de la educación en nuestro sistema no es satisfactoria y que los estudiantes no están adquiriendo los aprendizajes previstos. Aunque existen centros educativos que hacen bien su labor, muchos muestran rezagos enormes. A esta situación, se sumó que el año pasado los países se vieron forzados a cerrar las escuelas y migrar a educación a distancia, como una medida de emergencia para contener la pandemia de coronavirus.  Para algunos esto fue administrado con relativa facilidad, pues contaban con la infraestructura, preparación y recursos para apoyarse en la tecnología y en otros medios.  Para otros fue muy complicado, si no imposible. 

Ahora, que el 2020 terminó y que comienza un nuevo ciclo escolar, muchos comienzan a cuestionarse sobre el impacto que la pandemia ha tenido en la educación. Un estudio reciente de PACE en California se ha preocupado por el impacto que el cierre de los establecimientos tuvo en los estudiantes, especialmente en los más vulnerables. Aunque no se dispone de toda la información necesaria, los hallazgos preliminares denotan que ha habido una pérdida significativa de aprendizaje tanto en matemática como en lenguaje, especialmente en los primeros años de preprimaria y primaria. Además, se ha encontrado que el impacto ha sido más severo con estudiantes de los estratos socioeconómicos más bajos y con estudiantes que están aprendiendo inglés. La pandemia ha exacerbado las desigualdades preexistentes entre estudiantes y grupos de población, introduciendo una disrupción sin precedente.  

Por su parte, el Banco Mundial ha señalado que se requieren medidas urgentes y eficaces para mitigar los efectos de la pandemia en la educación en todo el mundo.  Aparte de tomar acciones para recuperar el tiempo perdido e impulsar las nivelaciones que sean necesarias, deben realizarse inversiones largamente diferidas en infraestructura, para reducir la brecha digital y atender otras limitaciones. Tomando todo en cuenta, muchas voces se levantan para que las escuelas abran sus puertas a la brevedad posible. El CDC ha hecho un llamado a abrir las escuelas y ha provisto una serie de lineamientos para hacerlo (https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/community/schools-childcare/schools.html).

En casos como el de Guatemala, históricamente ha sido difícil asegurar la permanencia de niños y jóvenes en las escuelas.  Por ello, debemos regresar a clases lo antes posible, para asegurar que no haya más pérdida de aprendizajes y evitar que las brechas se profundicen aún más.  Hay que dar pasos firmes y tomar decisiones para que las escuelas retomen su rumbo y los niños sigan aprendiendo. Urge oír de nuevo las voces y risas de los menores y dejar que la educación cumpla su cometido.

https://elperiodico.com.gt/opinion/opiniones-de-hoy/2021/02/19/covid-19-...

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