Existen motivos para cuestionar estos cálculos.
Nuestro país ha hecho un inmenso esfuerzo para ampliar la cobertura educativa. Desde 1991 se incorporaron más de 2.6 millones de niños, niñas y jóvenes al sistema escolar. Luego de la firma de la paz, se anticipaba con gran expectativa la universalización del acceso a la primaria. Sin embargo, los datos dicen que los pronósticos no se cumplieron. En los últimos años ha habido preocupación sobre una supuesta caída en la tasa de cobertura de la educación primaria. Aunque el tema ha sido achacado sobre todo a la actual administración, es importante aclarar que, pese a la insistencia en la gratuidad y al auge de las transferencias condicionadas, durante los años 2010 y 2011 se observó la primera y más importante baja en la tasa de cobertura. Luego de un aumento poco común en la matrícula en el 2009, la misma comenzó a decrecer de forma alarmante, particularmente en los primeros tres grados de primaria. Contrario a lo anterior, la inscripción en los grados superiores ha mejorado substancialmente en el mismo período.
Es imperativo que nos preguntemos si esta baja es cierta o si existen factores que están distorsionando las cifras. El Ministerio de Educación ha tomado medidas para buscar solución. Estableció la asignación de un código único de estudiante, que permite evitar duplicaciones en el conteo y asegurar que no hay “niños fantasmas”. También ha evaluado el impacto que la mejora en eficiencia interna podría representar en las tasas de cobertura, pues en la medida en que hay una mejor aprobación escolar y que menos escritorios son ocupados por alumnos repitentes, esto podría alterar el número de niños inscritos por grado. Asimismo, con el respaldo de UNICEF, USAID y otros organismos internacionales, realizó estudios exploratorios consultando las bases de datos oficiales disponibles en el país, incluidos el censo de población 2002, la encuesta nacional de empleo e ingresos y las estadísticas vitales del Registro Nacional de Personas. Los estudios independientes aportan hallazgos de valor. La tasa global de fecundidad bajó de 4.3 niños por mujer en el año 2002 a 3.1 nacimientos en el año 2012, lo que tiene repercusiones serias en las proyecciones de población, pues solo en el quinquenio 2010-2015 se ha registrado un 20 por ciento de nacimientos menos que los estimados. Se concluye que el último censo se encuentra desactualizado, por lo que dejó de ser una fuente de información confiable.
Es urgente contar con instrumentos útiles para la toma de decisiones. Las proyecciones de población del INE están gruesamente sobreestimadas, lo que implica que las tasas de cobertura educativa no han bajado como los cálculos muestran. Esto confirmaría la apreciación en muchos distritos escolares, en donde, luego de peinar el territorio, se asegura que los niños y niñas que supuestamente están fuera de las aulas no existen. Hay suficientes indicios para cuestionar la dramática caída en la tasa de cobertura. De resultar esto cierto, el énfasis debería colocarse en la calidad de la educación primaria y no en ampliar el acceso a este nivel educativo. En esta transición de gobierno, es imperativo que las autoridades, particularmente el señor Vicepresidente y el Ministro de Educación, junto a los candidatos a la Presidencia, promuevan un debate serio sobre el tema. No será posible impulsar políticas y estrategias efectivas sobre la base de datos inconsistentes. Cálculos sobre bases más realistas podría desmitificar la baja en la cobertura educativa, pero levantar banderas sobre el deterioro en otros indicadores de seguridad y salud. Aún así, se debe hacer. Urge apoyar al INE para realizar un nuevo censo de población.
Fuente: Artículo de Roberto Moreno Godoy en elPeriódico, 25/09/2015
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