Probablemente el tema educativo, tanto acerca de su calidad como de su cobertura, sea uno de esos problemas a los cuales cada vez se pone más atención en nuestra sociedad, tanto por parte de administraciones de gobierno como por los conglomerados privados, sociales y productivos.
Así debería ocurrir siempre. La eficiente o deficiente educación nacional, pública y privada, marcará en buena medida el nivel de desarrollo que la sociedad alcance en el futuro, así que de ella depende en gran parte nuestro propio porvenir.
Es importante apuntar lo anterior porque un enérgico debate se ha abierto luego de que se empezaron a publicar desde hace algunos años los resultados de las evaluaciones hechas a alumnos graduandos. En esa discusión, sin embargo, lo que debe rescatarse es el involucramiento de la mayoría de actores: autoridades educativas, alumnos, propietarios de colegios, sociedad civil, medios de comunicación, padres de familias y un largo etcétera.
En esta edición, Siglo.21 informa cómo los supervisores del Ministerio de Educación incumplen con la función de revisar la calidad educativa de los establecimientos, limitando su labor a cuestiones puramente administrativas. Las dos limitantes, admitidas por las propias autoridades, se centran en escasa cantidad de supervisores en relación con el total de escuelas, y desviación del objetivo primordial.
Esa parte de responsabilidad al no poder hacer una supervisión adecuada en calidad y tiempo, es tan grave como la que corresponde a las instituciones educativas cuando incumplen los calendarios o no agotan los programas mínimos establecidos.
Por esa razón y ser tan importante el asunto, cualquier proyecto que se impulse en ese sentido es positivo para cambiar el estado actual de cosas, pero bajo la premisa de que ha sido bien concebido y mejor socializado. De otra manera, un experimento más puede representar dilapidación de recursos financieros y humanos y pérdida valiosa de tiempo.
Debe darse la bienvenida a las primeras informaciones sobre la manera como se llevará adelante en 2014 el proceso de evaluación de graduandos, y debe esperarse que la comunidad educativa en general asuma su responsabilidad de cara a él.
Empero, a la vez, es importante que las mediciones de calidad estén acompañadas de efectiva supervisión y control, porque los correctivos deben hacerse sobre el camino, como mecanismo ideal para tener incidencia y revertir esa triste tendencia de alumnos graduados, pero incapaces de demostrar al menos un conocimiento regular en su carrera.
No olvidemos, una vez más, que hacia el futuro nuestro grado de desarrollo estará directamente ligado a los esfuerzos y logros educativos.
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